miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tortura

¡Otra vez esta noche
He soñado con ella!
¡Malhaya el loco pensamiento mío
Que tan lejos me lleve
Sin ver que es imposible
Que después del ayer pueda quererla!
¿Por qué me martirizas?
¿Por qué sin más ni más me la presentas
sin mirar que el pasado
es tan solo el pasado que atrás queda?
¿Por qué me torturas
con tan locas quimeras
si la vida es muy otra,
y es soñar imposible, sueños de ella?
Es verdad que la amaba;
que la quise de veras
con pasión cegadora
como nadie en el mundo ha de quererla...
con una cosa que a explicar no acierto
¡pero que supe bien sentir por ella!
Y el recuerdo me abrasa
y cuando pienso sin querer me quema.
El amor que la tuve fue tan puro
- pese a las malas lenguas -
que tan solo su madre igual la quiere.
¡Por quererla tan bien... quizá se fuera!
Yo no tuve la culpa de adorarla,
yo no tuve la culpa de quererla,
adentróse en mis huesos
hasta la misma médula
y cautivo quedé entre su sonrisa
como la lana en el zarzal se queda,
o cual queda el incauto pajarillo
fascinado al mirar de la culebra.
He querido olvidarla y sin embargo
lejos de aborrecerla
el corazón enternecido llora
al recordar aquellas
horas tan dulces que pasé a su lado
cuando en mis brazos dócil prisionera
a la caricia del amor vendía
el alma joven de ilusiones plena.
Bercimuelle, 17 de Febrero de 1941

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