domingo, 29 de julio de 2012

XXXVI - Décimas

Anoche con alegría
te vi, tan pura y tan bella,
que parecías una estrella
entre todas las que había,
y sentí que el alma mía
se remontaba a la altura
en busca de una ventura
que sólo se haya en los cielos,
y tuve de todos celos
porque veían tu hermosura.
¿Qué poderosa atracción
tu virtud, sobre mi, ejerce,
que la mente se me tuerce
hacia tí con obsesión,
y siento que el corazón
de loca pasión me inflama
y se trueca en una llama
que consume mi existencia
sintiendo que la paciencia
sucumbe al deseo que clama?
Y cual poderoso imán,
irresistible me atrae
y mi fortaleza cae
vencida por loco afán;
siento que mis ideas van
lejos, muy lejos, de aquí;
siempre estoy pensando en tí
temblando dejar de verte
que yo quisiera tenerte
siempre muy cerca de mí.
Quisiera estarme mirando
en esos ojos tan bellos
que son de amor, dos destellos
y siempre estar escuchando
- cual si estuviera soñando –
tu palabra seductora,
como al cantar de la aurora
escucha el alma callada,
el trino que en la enramada
mil encantos atesora.
Yo tus virtudes adoro
como a un Dios en el altar,
y es tu belleza sin par
preciosísimo tesoro
de más válida que el oro
las perlas y los diamantes.
¡Quién pudiera los amantes
brazos, tenderte, mi vida,
y verte en ellos rendida
viendo tus ojos brillantes!
Y quisiera, vida mía,
en esas noches de ensueño,
despierto a tu lado, un sueño,
soñar, con melancolía,
escuchando en lejanía
el rumor de la corriente
del arroyo y de la fuente,
y que la luna celosa
en la noche silenciosa
iluminase tu frente.
Quisiera yo con ternura
apagar en esa boca,
esta sed ardiente y loca
besándote con dulzura
diciéndote mi ventura
llena el alma de ilusión
y al calor de la pasión
unir con estrechos lazos
ese talle entre mis brazos
sintiendo tu corazón.

Quizá hoy no aciertes a ver
lo que en mí pasando está;
más, si algún dia quizá
lo llegas a comprender,
cúlpale siempre al querer
de mi insensata quimera;
que si en tan veloz carrera
mis pensamientos se van,
no se dónde volverán
ni lo adivino siquiera.
6 de Marzo de 1944

jueves, 19 de julio de 2012

XXXV


Cuando miro sonriente
tu cara de bondad llena
blanca como una azucena,
¿qué es lo que pasa en tu frente?
Quisiera yo ocultamente
entrar en tu corazón
llenándolo de ilusión,
y aún siendo de mármol frío,
se abrazaría como el mío
en volcánica pasión
¿En qué piensas, vida mía,
cuando te miran mis ojos?
¿Tornáralos con enojos
sabiendo que te quería,
sabiendo que te daría
lo que quisieses mejor?
Tú arrancastes una flor
que en mi corazón creciendo,
feliz me estaba volviendo,
y en él plantastes tu amor.
Y hoy ese amor me arrebata
y será mi desventura;
no podré de tu hermosura
el dueño ser, y me mata
esta realidad ingrata
que el sueño quiere borrar.
Yo sueño para olvidar
y aún el sueño me traiciona
pues ciñendo una corona
me la quita el despertar.
25 de Febrero de 1944

domingo, 1 de julio de 2012

XXXIV

Nada dura, todo cambia
aunque parezca mentira
cambia el mundo sus costumbres
cambia el hombre su vida.
Unos, desde mala a buena
y otros de buena a maligna
y yo cambié como todo,
de mala, en buena la mía.
Loco seguí la corriente
que envenenando mi vida
me apartaba de la senda
de la cristiana doctrina.
Hace poco tiempo era
el que inconsciente corría
entre amigos y entre voces
sin reparar lo que hacía
Rondando por las ventanas
entre hielos y ventiscas
esperando por las calles
con efímera alegría.
Otras veces la blasfemia
mi pobre alma mordía
y la iba matando lenta
arrebatando mi dicha.
Como pierpe que se enrosca
en el tronco de una oliva
y se abalanza traidora
sobre aquél que va a subirla
enroscadas en mi alma
estaban ideas malditas
que empujándome al pecado
mi corazón destruían.
Ya no me agradan los juegos
las rondas y lasorgías
aunque tarde, pienso ahora
de una manera distinta.
Aquello ya ha terminado;
ahora ya soy el que mira
desde el cieno de aquí abajo
la diafanidad de arriba.
El que sabe amar sufriendo
y al amor se sacrifica.
El que reza y el que llora,
el que se afana y suspira.
Y el que levanda lacruz
y la novela derriba
porque es el virus que mata
de la virtud la semilla.
El que coge el catecismo
y aprende la doctrina
como de niño en la escuela
cuando no había malicia,
cuando la vida eran rosas
y al marcharse aquella vida,
deshojándose la flor
sólo quedaron espinas.
Soy el que espera el domingo
que toque la campanita
de la iglesia, que nos llama,
en voz potente repica
Siento al entrar en el tempo
una cosa que me asombra
que me llena de una fe
arrolladora y divina
una cosa que me atrae
que con su fuerza me inclina
y me hace mirar a Cristo
doblándome la rodilla!
Desde niño, pocas veces
había vuelto a ir a mis,
hoy voy domingos y fiestas
y todos los días iría.
Y voy firme, confiado
con esa íntima alegría
que se seinte allá en el fondo
del alma cuando se inclina
hacia el bien que es que ayuda
a darnos eterna vida.
De este cambio que se ha obrado
de pronto en la vida vía
dos seres fueron la causa,
dos, a quien debo la dicha
de encontrarme varias veces
con la conciencia tranquila.
Me hicieron ver el error
que en cosas de fe tenía
y lo supe comprender
más pronto que ellos creían.
Dejé de creer que el cielo
era un dosel que lucía
solamente por hacerlo
en brillante pedrería.
Febrero 1943

Tengo que pedir perdón, hace mes y medio que no actualizo. Hemos estado de vacaciones y no me llevé las poesías así que no pude subir ninguna. Espero seguir subiendo en las próximas semanas el resto de poesías, al menos una semanal, según vaya pudiendo.
Esta es la última de su primer cuaderno, y puede que haya algún error en mi transcripción ya que esa última hoja del cuaderno está muy gastada y algunas palabras prácticamente no se ven.