viernes, 2 de diciembre de 2011

XVIII

¿Ves esa luna que flota
del cielo en la inmensidad
y siguiendo su camino
se va a dormir a la mar?
¿Ves esa estrella que brilla
como en la noche un puñal
y va huyendo de la aurora
porque su luz puede más?
¿Ves al salir de la aurora
como empiezan a cantar
los pájaros, que cautiva
con su risa singular?
¿Ves la cumbre de la sierra
que Apolo empieza a argentar
y la convierte en coraza
de aguerrido capitán?
¿Ves cuantas hojas al árbol
la primavera le da
para que sirva de sombra
al cantor primaveral?
¿Ves cuantas flores al campo
Abril y Mayo le dan
para que igual que una novia
luzca su gala nupcial?
¿Ves al céfiro que mueve
las flores de ese rosal
que a tu lado palidecen
y se quieren deshojar?
¿Ves la cándida paloma
que en tranquilo aletear,
roza las aguas del lago
que semejan un cristal?
¿Ves las aguas cristalinas
por la vertiente rodar,
que vertiéndose en el rio
buscan descanso en el mar?
¿Ves desgranarse en el viento
la armonía celestial
de los pájaros cantores
que invitannos a soñar?
¿Ves la noche tenebrosa
que cual novio en el altar
sobre la silente tierra
tiende su dosel nupcial?
Todo eso ves alma mía,
y no has llegado a mirar
mi corazón traspasado
por un agudo puñal.
Mi corazón que a tus plantas
como rendido galán
te ofrece una vida entera
por un beso nada más.
No ves mi herida sangrante
cual tus labios de coral
que lento me va matando
sin una esperanza hallar.
Dime qué quieres que sea
- si me quieres escuchar -
si no, pediré a la muerte
lo que no me quieres dar.
Ingrata ¿por qué me miras
para hacer que te ame más
si te ríes de mi llanto
sin sentido y sin piedad?
Si tu desdén es muy grande
mi amor lo es mucho más
y siempre sabré quererte
aunque me llegues a odiar.
Bercimuelle, 14 de Diciembre 1943





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