lunes, 14 de mayo de 2012

XXXIII

Yo la estuve esperando mucho tiempo,
yo la estuve escribiendo más y más,
yo no pude romper su frío silencio,
negóse a contestar.
Yo sufriendo mi negra desventura
en la sombra de inquieta soledad,
viendo pasar el tiempo lentamente.
Ella riendo quizá.
Y una noche de Noviembre, silenciosa,
de unos labios divinos de coral
escuché la sentencia que mataba
un amor tibio ya .
La que tanto adorabas quiere a otro,
dijóme suspirando - ¡Olvidala!
Y al clavar en los míos, sus ojos verdes,
en ellos ví brillar,
toda un alma ideal que apasionada,
sonriendo, pedía felicidad,
y por ello celosa suspirando
me dijo: - ¡Olvidala!
21 Enero 1944


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