domingo, 1 de julio de 2012

XXXIV

Nada dura, todo cambia
aunque parezca mentira
cambia el mundo sus costumbres
cambia el hombre su vida.
Unos, desde mala a buena
y otros de buena a maligna
y yo cambié como todo,
de mala, en buena la mía.
Loco seguí la corriente
que envenenando mi vida
me apartaba de la senda
de la cristiana doctrina.
Hace poco tiempo era
el que inconsciente corría
entre amigos y entre voces
sin reparar lo que hacía
Rondando por las ventanas
entre hielos y ventiscas
esperando por las calles
con efímera alegría.
Otras veces la blasfemia
mi pobre alma mordía
y la iba matando lenta
arrebatando mi dicha.
Como pierpe que se enrosca
en el tronco de una oliva
y se abalanza traidora
sobre aquél que va a subirla
enroscadas en mi alma
estaban ideas malditas
que empujándome al pecado
mi corazón destruían.
Ya no me agradan los juegos
las rondas y lasorgías
aunque tarde, pienso ahora
de una manera distinta.
Aquello ya ha terminado;
ahora ya soy el que mira
desde el cieno de aquí abajo
la diafanidad de arriba.
El que sabe amar sufriendo
y al amor se sacrifica.
El que reza y el que llora,
el que se afana y suspira.
Y el que levanda lacruz
y la novela derriba
porque es el virus que mata
de la virtud la semilla.
El que coge el catecismo
y aprende la doctrina
como de niño en la escuela
cuando no había malicia,
cuando la vida eran rosas
y al marcharse aquella vida,
deshojándose la flor
sólo quedaron espinas.
Soy el que espera el domingo
que toque la campanita
de la iglesia, que nos llama,
en voz potente repica
Siento al entrar en el tempo
una cosa que me asombra
que me llena de una fe
arrolladora y divina
una cosa que me atrae
que con su fuerza me inclina
y me hace mirar a Cristo
doblándome la rodilla!
Desde niño, pocas veces
había vuelto a ir a mis,
hoy voy domingos y fiestas
y todos los días iría.
Y voy firme, confiado
con esa íntima alegría
que se seinte allá en el fondo
del alma cuando se inclina
hacia el bien que es que ayuda
a darnos eterna vida.
De este cambio que se ha obrado
de pronto en la vida vía
dos seres fueron la causa,
dos, a quien debo la dicha
de encontrarme varias veces
con la conciencia tranquila.
Me hicieron ver el error
que en cosas de fe tenía
y lo supe comprender
más pronto que ellos creían.
Dejé de creer que el cielo
era un dosel que lucía
solamente por hacerlo
en brillante pedrería.
Febrero 1943

Tengo que pedir perdón, hace mes y medio que no actualizo. Hemos estado de vacaciones y no me llevé las poesías así que no pude subir ninguna. Espero seguir subiendo en las próximas semanas el resto de poesías, al menos una semanal, según vaya pudiendo.
Esta es la última de su primer cuaderno, y puede que haya algún error en mi transcripción ya que esa última hoja del cuaderno está muy gastada y algunas palabras prácticamente no se ven.

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