martes, 11 de septiembre de 2012

XLII - El canto de la alondra

Háse el viento dormido en los rosales
con pasión amorosa
como duerme la rubia enamorada
reclinada en el pecho del que adora,
arrullada en sus sueños de ventura
por los besos que estallan en su boca
y el reir placentero de una fuente
y el cantar de una alondra.
La mirada se pierde vagamente,
extasiada, en la noche silenciosa
y al calor del recuerdo de Madrid
siento que el alma dulcemente goza.
Y mirando la luna nacarada
que como una princesa reina sola
eclipsando la luz de las estrellas
que se duermen celosas;
escuchando el murmullo del regato,
y sintiendo el susurro de la fronda,
y el reir de las fuentes cristalinas
y los mágicos trinos de la alondra,
y aspirando el perfume de los lirios
los nardos y las rosas,
un suspiro se quiebra en el alcázar
silente de las sombras,
mientras la mente acalorada sueña…
y en el fondo del ser, el alma llora
evocando a Madrid, mi dulce sueño,
que se quiere borrar de mi memoría
cual se borra la estrella en la mañana
al salir de la aurora.
Y al mirar que se pierde ya el recuerdo
de mi amado Madrid, entre las sombras,
y el pasado feliz, todo ventura,
siento que estoy con mi nostalgia a solas
como el barco en el mar, lejos del puerto,
-¡lejos yo de Madrid!– entre las olas.
Es el puerto, Madrid, donde yo aspiro
a volver a cantar como una alondra
cuando el sol se marchaba por las tardes
y llegaba la noche silenciosa.
Era yo cual la alondra mañanera
que canta con la aurora
porque viene con ella un sol radiante
que besará la fronda
y pondrá sus reflejos en las plumas
que hizo tibias la noche misteriosa.
Yo cantaba en Madrid, como ella canta
¡enamorada y loca!
esperando al galán que en mi ventana
me dijera palabras amorosas
y me hiciera soñar hablando quedo
y acercara sus labios a mi boca.
¡Ay, Madrid! Ya no sé si tú te fuiste
o fui yo, quien se vino de tu sombra;
sólo puedo decirte en mi añoranza,
que ya no canto con el alma toda;
solo sueño y suspiro, en tí pensando,
y no sé si la alondra
por las noches, ha vuelto a despertar
a la noche callada y misteriosa.
9 de Mayo de 1944

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